El Torico de la cuerda de Chiva – eltoricodechiva.com

Los que fuimos jóvenes o niños en el Chiva de los 70 y 80 guardamos en la memoria alguna imagen, alguna anécdota de «Los Beltranejos». La mía la recuerdo como si fuera hoy, desde mi ventanica de la Calle de los sastres los vi aparecer, se detuvieron en el cruce con la Calle Mayor y empezó el espectáculo, la música, la escalera, la cabra y «Fosforito». Pueden haber pasado 25 o 30 años pero la manera de entender la fiesta de «Los Beltranejos» sigue impregnando Chiva.

Y para los que no los conozcan editamos este articulo de «Los Beltranejos» publicado en el nº2 de la revista «Atame» (2007):

«Los Beltranejos» nacemos de esa larga tradición, que parece que se mantiene, en la que los chivanos se juntan en cuadrillas para pasar las fiestas de Pascua. En los años sesenta, estas fiestas eran muy importantes para los jóvenes, entonces eran tres días (el tercer día era especial, esperaban las chestainas y los chestainos, que ya se habían asomado por Chiva la mañanica de Pascua), llegaba la primavera y era necesario formar un buen grupo de amigos, uniendo a los que tal vez durante el invierno habíamos sido rivales de barrio (Las Eras, San Isidro, Casicas Nuevas, Bechinos, etc.) de colegio (Las Escuelas y la Academia), o de equipo de fútbol (El Rayo y El León). Un buen grupo de «amigos» era necesario para tener «amigas», y no pasarse tardes de comba y tarara solos, y noches de cena también.

Que una cuadrilla fijara su nombre era gracias a los avances del desarrollo en las técnicas de impresión textil. Nosotros incluimos con letras de molde el nombre de Beltranejos, como firma de un verso en la pancarta del año 1970, pero no lo empezamos a estampar en una camisa hasta el tercer atavío para el concurso de peñas. Comenzaba una metamorfosis acelerada de la sociedad y también de nuestro pueblo en lo que hoy en día es, con todo aquello que hemos avanzado pero también con la pérdida de un entrañable patrimonio físico y cultural que también añoramos.

Los Beltranejos pertenecemos a la última generación en la que, en las fiestas del Torico, solo salían a almorzar los hombres. Posteriormente en todas las cuadrillas se han unido las mujeres o se han creado peñas femeninas que han compartido mesa con otras masculinas. Gracias a ello, hemos vivido intensamente la incorporación de las mujeres a la fiesta.

Estar a caballo entre dos épocas nos permitió dejar en el pasado la afición a desplazarnos con animales de carga, que dieron su juego y algún disgusto, e incorporar a la fiesta vehículos con matricula CHI, mezcla de descapotables y troncomóviles que nos proporcionaron una gran movilidad, tan pronto estábamos en el punto más álgido de Los Cagones o Bianco como en la tranquilidad de una balsa de la Almarjal.

No podíamos formar una charanga como la de San Fermín, la solfa no era nuestro fuerte, y decidimos montar una murga. El invento funcionó, primero con instrumentos de tubos de plástico y luego de latón. Nuestras entradas a la plaza por la curva de la horchatería en la noche de las albás tocando «El Chocolatero», eran como la precarcasa de las fiestas. En el escenario de la Mutua cantando «Al Uruguay» o «En er mundo», o en cualquier calle de Chiva al son del «Ava, naguila ava», con nuestro inseparable Andrés (Fostorito) travestido de húngara haciendo subir la cabra en la silla, son imágenes que no podemos olvidar, como también se nos mantienen imborrables las actuaciones en la Plaza de Toros, con aquellas imitaciones, más cómicas que taurinas, de la banda del Empastre que hicieron disfrutar a muchos chivanos.

La Mutua y el Miapi (Miguelín y su familia) han sido nuestra casa, pero también cualquier rincón del pueblo como San Isidro o Vista Alegre, donde en un momento guisábamos un conejo, un mojete o una paella. Tampoco olvidamos dos talleres (José el Saco y Ramonico) donde nacieron todas las transformaciones de las bicis y autos para el toro y cabalgatas de septiembre (helicópteros, submarinos amarillos, tanques, barcos de Chanquete, de piratas o góndolas venecianas), y también la Tejería (Juanvi Bolas) donde cultivábamos sustancialmente nuestro espíritu ensayando noche tras noche las piezas de nuestro repertorio.

Este ha sido siempre nuestro objetivo.

Sirva como homenaje a esta peña la publicación de la galería de imagenes de «Los Beltranejos».