El Torico de la Cuerda
Juan Carrión Miró (Cronista oficial de la Villa de Chiva)
«La vieja, la antiquísima pugna hispánica entre el hombre y el toro, se ventila en Chiva a través de una cuerda. Ninguna ventaja para nadie: los hombres, a un lado; el toro, al otro; y la cuerda en medio. Desde la misma salida el toro coloca el peligro en la punta de sus cuernos y el hombre lo busca y lo esquiva en un insensato juego de alegre tragedia, que puede medirse en metros; en los metros de la cuerda… Para mí, estos escasos metros de cáñamo trenzado, han representado siempre el punto donde la fiesta se centra y aún diría más: la longitud donde los chivanos han podido hallar, en cierto sentido, la medida de sus propias vidas.«
Pedro Nácher. La Cuerda en Programa Fiestas del Torico año 1969.
El Torico de Chiva
Desde tiempo inmemorial el peligroso ritual de conducir toros enmaromados es una práctica muy arraigada en distintas poblaciones del solar peninsular. En diferentes lugares de nuestra geografía, desde el País Vasco (soka-muturra) hasta Andalucía (Gayumbo) encontramos presente esta ancestral costumbre que ha perdurado tenazmente, conservándose, según zonas, diferentes variantes o modalidades en la forma de correr el astado. Por ejemplo, en Mucientes (Valladolid), Amposta (Tarragona) o Astudillo (Palencia) son dos sogas las que se utilizan para conducir al animal; en Benavente (Zamora), la cuerda mide «unos 250 metros y pesa alrededor de 1000 kilos, agarrándose a ella unas 2000 personas«; en Lodosa (Navarra) los corredores van detrás del toro, que es quién marca el recorrido; en Beas de Segura se corren varios toros a la vez, etc.
Toro enmaromado de Benavente (Zamora)
También en nuestra tierra, como en el resto de la Península, esta modalidad taurina del Toro de cuerda tuvo en tiempos pretéritos, un desarrollo y una extensión muy importante. En Chiva, pese a las diferentes prohibiciones que se han lanzado desde las más altas instancias en todas las épocas, todavía pervive esta ancestral fiesta, que exige riesgo y valor. Y es que como decía Monstesquieu: «Podéis cambiar las leyes de un pueblo, atentar a su libertad, pero no se os ocurra tocar sus diversiones«. En nuestra villa, el toro sigue corriéndose, como hemos dicho, desde tiempo inmemorial. Diferentes leyendas transmitidas oralmente sitúan su origen tras la reconquista de Jaume I en la Edad Media, pero dado que no existe un archivo digno en la población, debido a guerras, hurtos, desastres naturales, etc, los documentos escritos más antiguos que se conservan, son de fecha relativamente «reciente». Efectivamente, estos documentos datan de 1765, y son la Memoria de Construcción de la iglesia parroquial de San Juan Bautista; en ellos se hace referencia a las fiestas de agosto de 1765: «Las fiestas del Torico estaban encima. Aquel año, como cualquier otro, se celebraron con gran algazara y brillantez, por los mozos del pueblo, los típicos festejos. El Torico corrió por las calles y las plazas con la natural alegría de jóvenes y viejos. Los clavarios, una vez concluidos los festejos, entregaron a la junta de obras 74 libras, más el producto de un toro cedido por los mozos para gastos de las obras, en total, 83 libras, 9 sueldos, 5 dineros«.
También en las Fiestas de agosto que van de los años 1766 a 1775 se constata que los Clavarios, que eran quienes organizaban los festejos (fue así hasta la creación de la Peña taurina en 1965) siguieron vendiendo ese único toro que se utilizaba para las seis carreras, con el objetivo de sufragar las obras del nuevo templo parroquial. Incluso los mismos, organizaron bailes y rifas con el fin de recaudar dinero con este fin.
Como entonces, estas carreras del Torico, están dedicadas a la Madre de Dios de Agosto y a San Roque, así, la fecha fija en que comienzan los festejos es el día 15 de agosto, día de la Virgen. Ese día invariablemente, el protagonismo lo tienen las Clavarias de la Virgen de Agosto, y el programa de actos se compone de una misa, la Fiesta de la Flor, una gran Mascletá, procesión y por la noche las típicas Albaes (Cantos de ronda acompañados de dulzaina y tamboril. Cantos satíricos o burlescos en unos casos o laudatorios en otros que se cantan en un recorrido por las casas de los paisanos más relevantes ese año); que empalman con la entrada de Toros de Cuerda, que se produce a las 5 horas, una entrada que tradicionalmente se ha realizado andando y en silencio, en total oscuridad, algo que hoy en día es prácticamente imposible.
El día 16 es a los Clavarios de San Roque a quienes está dedicada la festividad, y el programa también es inamovible. Tras la misa se desarrolla el Pasacalle y el reparto del Rollo de San Roque (dulce típico), y ya por la tarde, la Fiesta de la Borla y en los Toriles la típica degustación de Mistela y Rollo.
El Torico de Chiva. Año 1927
Son muy comunes, como ocurre en nuestra localidad las fiestas taurinas asociadas a la Virgen de Agosto y a la Asunción de María, como la de las cantaderas en León, o el toro de Carretillas en Barrax (Albacete), ambas también, y no es casualidad, en honor a San Roque; es habitual que estas festividades aparezcan además ligadas a santos taumaturgos, o especializados en la aplicación de remedios como San Sebastián, San Marcos (Beas del Segura), San Gregorio o, por supuesto, San Roque, como en la localidad andaluza de Siles, o en nuestro pueblo. Al fin y al cabo no es extraño invocar, en estas fiestas de fin de cosecha, a este santo milagrero que cuida de la saludo de los fieles y evita plagas para que sane o evite las heridas típicas de la carrera.
El día 17 es cuando dan comienzo, tras la diana con dulzaina y tamboril, después del concurso de Peñas ataviadas y una vez se ha disparado la tercera carcasa, las tradicionales carreras del Torico. Los corredores más intrépidos y mejor dotados físicamente conducen, como hemos dicho, al toro con una cuerda asida a la testuz por una badana de cuero que protege la cabeza del animal de la que arranca la cuerda que cuando se estrena, en la salida, mide aproximadamente unos veinte metros y que se va reduciendo paulatinamente por los diversos cortes que le hacen los mozos para facilitar la conducción del animal según el toro va perdiendo brío.
Los corredores van delante del astado y lo guían por todo el pueblo por un trayecto más o menos preestablecido, aunque suele variar según su capricho. Lo llevan a casa de sus padres, novias o amigas, ante cuyas puertas lo detendrán por unos breves minutos sujetando la cuerda en la «falleba» de las mismas. Devuelta la maroma a los jóvenes que esperan en la calle, seguirá el toro su itinerario, mientras que el propietario de la casa obsequiará a los mozos que tuvieron la atención y el valor de llevarle el toro, con jamón y buen vino de terreno, con pasta y licores típicos. Estas paradas posibilitan un descanso al toro y a los corredores.
El Torico de Chiva. Año 1955
La sociabilidad de estas fiestas es total, todas las puertas permanecen abiertas para que la gente tenga refugio seguro, todo el mundo disfruta de la fiesta, de la carrera y de los típicos almuerzos y cucañas que se desarrollan a continuación. Unos almuerzos de un gran atractivo, donde se reúnen, en plena convivencia, armonía y fraternidad, todas las peñas y unas cucañas que consisten en juegos donde se vuelve a probar la condición física, la habilidad y la pericia de los mozos.
Los días 17, 18, y 19 se suceden dos carreras cada día, en total son seis carreras en las que se corren dos o tres toros en cada una de ellas, ya que cuando el toro se cansa, siempre hay otro toro con la badana puesta preparado para salir. Precisamente la salida del toro, desde los toriles, es la parte más emocionante y peligrosa del festejo. Cada vez es mayor el número de toros que se corre, porque el recorrido cada vez es más amplio, y porque se intenta que el toro entre al toril lo más fresco posible con el fin de resguardar al animal y que el espectáculo sea más bonito. El toro es el principal protagonista del festejo; por eso, al contrario que en otros lugares, no se le sacrifica. Una vez acabadas las carreras se le devuelve al monte para que descanse con la manada y pueda al otro año volver a correr por las calles de nuestro pueblo, compartiendo con nosotros el miedo, la fatiga y también la alegría. La fiesta se convierte en el triunfo de lo vivo, de la vida. El respeto al toro, pilar base de nuestra fiesta, es primordial, de él depende su continuidad.
Al final de cada carrera el dulzainero, con su melodía, arrastra a los jóvenes a la plaza, donde los corredores bailan las típicas danzas arbitrarias o torrás, que son unas seguidillas de un origen posiblemente anterior al siglo XVI, tradicionales en las comarcas centrales de la provincia de Valencia, y que al parecer, de toda esta zona, sólo perviven en nuestra Villa. También los mismos mozos realizan la torre humana en honor y agradecimiento a la Virgen que les protege en la carrera, en conmemoración de su ascensión a los cielos. Esta torre es una mojiganga, es decir, una composición plástica y acrobática similar a la que se realizan en pueblos como Titaguas, Calles o Algemesí. El origen de estas torres humanas se encuentra precisamente en nuestra región, aunque sólo se conservan en contadas poblaciones, y son precisamente en Cataluña, más al norte, donde han alcanzado mayor desarrollo.
Torre humana. Año 2004
A partir del día 20 las fiestas del Torico se completan con otros tipos de acontecimientos taurinos, siempre en la línea del festejo como juego, tanto en la plaza de toros, como en la calle; así, se realizarán entradas de vaquillas y toros, concursos de recortadores, toro embolado, etc.
También suelen haber carreras del Torico exclusivamente para mujeres y hasta hace pocos años, antes de su prohibición, para niños (con becerros) y una carrera especial del Torico el último día de las fiestas, que suele ser para final de mes.
Chiva ha sido uno de los pocos pueblos donde ha pervivido esta forma de correr el toro; una modalidad que ya más recientemente han adoptado en sus festividades otros pueblos vecinos como Godelleta o Torís, asimilando incluso elementos tan nuestros como la badana con la que se protege la cabeza el animal, las borlas que la adornan, etc. Además han habido intentos para que este arte taurino se extendiera por otras poblaciones como Yátova, Montserrat, etc, pero la falta de arraigo en la localidad y la dureza de las normativas actuales de toros de calle, han hecho que estos festejos no hayan cuajado.
La badana del Torico de Chiva
Pero la fiesta del Torico no ha resistido los envites del tiempo solamente por su belleza y valor estético. El Torico existe en la actualidad porque es un acontecimiento cultural de primer orden. El hecho de que hayan pervivido y continuado unos rituales festivos ancestrales es un hecho muy destacado. El Torico forma parte de nuestra riqueza patrimonial, se ha convertido en un atractivo testimonio del pasado de gran singularidad y unicidad, constituyendo nuestra principal seña de identidad. Chiva no ha renunciado a su tradición, a sus costumbres, a sus particularidades, la fiesta del Torico constituye un hecho diferencial respecto a los pueblos que lo rodean, forma parte de la idiosincrasia de esta tierra.
El toro forma parte de todas nuestras manifestaciones culturales, de nuestra música, de nuestro folclore, de nuestra gastronomía (rosquilletas del torico, rollo de San Roque, etc), lo hallamos presente en el cancionero popular, en la danza, en el arte, en los juegos de los niños…
El toro congrega a todos los hijos del pueblo que, una vez al año, se reúnen al calor de este evento. Retornan los ausentes, los emigrantes, los quintos. La fiesta es el máximo momento de convivencia pública, hermana, aplaza o diluye los conflictos, relega al olvido los problemas o las miserias, y anula las diferencias sociales. El toro ha sido siempre un factor determinante en la conformación de la mentalidad del chivano, de su carácter. Por otra parte, la sabiduría, el arte de conducir al astado, constituye un valioso legado que ha pasado de generación en generación, de padres a hijos, siendo, sin duda, su mejor herencia.